
La degradación del Lago Chapala y su relación con la agricultura química
La agricultura química afecta al Lago Chapala, el cuerpo natural de agua más grande de México y uno de los ecosistemas lacustres más antiguos del planeta. Esta afectación está directamente relacionada con los enormes volúmenes de sustancias que emplea: 17,000 toneladas de fertilizantes industriales y 353,000 litros de pesticidas se aplican por año en los alrededores del lago.
El 40% de esta cantidad de químicos no es retenida por los cultivos y acaba en el lago, arrastrada por la lluvia. Esto provoca la sobreabundancia de lirio acuático y otras plantas flotantes, al dotarlas de nutrientes. Estas malezas acuáticas se han convertido en un obstáculo para la navegación, la pesca y el turismo, actividades de las que dependen miles de familias. Estos nutrientes provocan también la presencia de las peligrosas “explosiones de cianobacterias”, que pintan el agua de verde y generan fuertes alteraciones en el ecosistema, porque producen sustancias tóxicas que pueden afectar la piel, el hígado y el sistema nervioso. Para mayor preocupación debe señalarse que 62% del agua que utiliza el Área Metropolitana de Guadalajara proviene justamente del Lago Chapala.
Para atender esta fuerte problemática lo más simple es lo mejor: resolver el problema desde su causa, reduciendo el uso de agroquímicos a través de mejorar las prácticas agrícolas y ganaderas. Es por eso que el ICT ha creado las escuelas de campo, con el objetivo de fortalecer las capacidades de las comunidades locales en mejora de prácticas de agricultura y ganadería, además de proteger el suelo, el agua y la biodiversidad.


Escuelas de campo: espacios de intercambio de saberes y buenas prácticas productivas
Las Escuelas de Campo de Agricultores (ECA) son espacios educativos no formales (escuelas sin muros) donde los campesinos se reúnen para aprender y experimentar con métodos agroecológicos y de ganadería regenerativa, asociación de cultivos y manejo de ecosistemas. En lugar de sólo recibir clases teóricas, los participantes experimentan en el campo, con sus propios cultivos y animales, lo que fortalece su práctica.
El proyecto de ECA que impulsa el Instituto Corazón de la Tierra (ICT) se realiza en zonas agrícolas al norte del Lago Chapala, en espacios colindantes con áreas naturales protegidas (Sierra Cóndiro-Canales y Cerro San Miguel Chiquihuitillo). Estos son zonas de cultivos de temporal que incluyen una parte de cultivos de ladera, llamados localmente ecuaros. La mayoría de estos productores hacen uso mixto de sus terrenos para agricultura y ganadería, y con frecuencia generan presión sobre las zonas forestales por el libre pastoreo de ganado y el desmonte para cultivar las laderas. Ellos siembran principalmente maíz, sorgo y chayote, además de garbanzo como cultivo de invierno. En cuanto al ganado, crían cabras y vacas, para la producción de carne y leche.


Funcionamiento de las ECA impulsadas por el ICT
Los técnicos agrícolas y ganaderos del ICT inician el proceso en cada ECA realizando un diagnóstico de prácticas de cultivo y/o ganadería, para conocer a detalles las prácticas realizadas por cada grupo. A partir de este diagnóstico se define junto con los participantes los temas de los cursos que se impartirán. Con esta base, el equipo técnico del ICT imparte capacitaciones y acompaña su aplicación en campo, actuando como guías del proceso de aprendizaje, facilitando el acceso a información y ayudando a los participantes a interpretar los resultados de sus experimentos.
Para reforzar las capacitaciones, se entrega a cada ECA un manual de agroecología y otro de ganadería regenerativa, elaborados como parte del proyecto. En los mismos se explica, de forma sencilla y acompañado de ilustraciones complementarias, los principios básicos de cada proceso y las formas de elaboración, paso a paso. Para apoyar la adopción de las nuevas prácticas, se instala una biofábrica en un espacio perteneciente al ejido, a la comunidad indígena o alguno de los productores. Se trata de un espacio habilitado para elaborar biofertilizantes, caldos minerales y demás productos.
Las Escuelas de Campo de Agricultores tienen un fuerte componente comunitario, ya que los productores intercambian información y se apoyan mutuamente, compartiendo conocimientos y mejores prácticas. La red de apoyo entre compañeros permite que la información se difunda de manera efectiva, socializando el conocimiento.
Resultados
- 8 escuelas campesinas creadas (33% más de lo planeado).
- Casos de éxito en producción de maíz, sistema milpa, chayote, legumbres, cría de cabras y cría de ganado vacuno.
- Reducción de costos entre 40-50% (según el sistema productivo).
- Rápida replicación de los casos de éxito.
- Mantenimiento e incluso incremento de producción.
- Beneficios productivos colaterales (producción de miel, que había sido abandonada por la muerte de abejas provocada por pesticidas).
- Mayor autonomía de los productores, al poder elaborar sus insumos con materiales de fácil acceso y bajo costo.
- Fortalecimiento de vínculos comunitarios y regionales, a través del intercambio de experiencias entre agricultores y ganaderos con sectores gubernamental, académico y de organizaciones civiles.
- Siembra de 4,000 árboles, que incrementan la fijación de carbono atmosférico y reducen la erosión por lluvia y por viento.
- Hasta el momento han dejado de usarse 635 toneladas de fertilizantes químicos y 2,760 kg de pesticidas, con beneficios para cuerpos de agua y biodiversidad locales.
Cabe destacar que dentro de las escuelas de campo se analizan con especial cuidado los casos de mayor éxito, tanto por volumen de producción como por ahorro de costos. Es de gran interés conocer las adaptaciones realizadas por los productores, como la sustitución de algunos insumos por otros de mayor accesibilidad, los horarios de aplicación, y la combinación de técnicas, que en varios casos han resultado sumamente exitosas.
